Estimado padre con un incomunicado hijo adolescente. Lo primero es pedirte un poco de tranquilidad. Si te vale de consuelo, no eres el único que sufre problemas de comunicación con su hijo o hija adolescente. Al llegar la adolescencia son muy frecuentes las quejas de los padres acerca de las dificultades para hablar y entender con los hijos.
Por eso hacemos un compendio de las frases más frecuentes que dicen o piensan los padres de sus hijos adolescentes. Si conoces las quejas más frecuente de los padres, sabrás que no eres el único con problemas, y que no has cometido errores muy graves en la educación de tu hijo. Y entenderás que la adolescencia es una etapa que ya pasará.
Quejas más frecuentes de los padres con hijos adolescentes
Mi hijo solo hace caso a sus amigos.
No entiende la palabra NO.
Cree que siempre le estoy criticando.
Solo él tiene razón.
Tiene que decir la última palabra,
Pasa de todo.
Es un hipócrita.
Todo lo discute.
Explota a la menor sugerencia.
Ignoro por completo lo que piensa.
¿Qué ocultan nuestros hijos adolescentes?
Si hay una pregunta que ronda por la mente de la mayoría de los padres de adolescentes es esta: ¿Qué ocultan nuestros hijos? Una preocupación constante de muchos padres que buscan saber qué hablan sus hijos con sus amigos, qué inquietudes tienen, sus preocupaciones, posibles mentiras, miedos, etc.
Basándose en casi 5 mil respuestas obtenidas a una encuesta hecha a hijos y padres de distintas regiones de España, tanto de colegios privados, públicos, como de institutos, y tanto del mundo urbano como del rural, el escritor Javier Urra, experto en educación y autor de El pequeño dictador, acaba de presentar un nuevo libro.
En ¿Qué ocultan nuestros hijos?, los padres pueden encontrar la fórmula ideal para comunicarse con sus hijos y saber cómo y cuándo escucharles. El escritor lleva a cabo la radiografía más completa y actual sobre los secretos que guardan los adolescentes, sus mentiras, los temas tabú en las familias, lo que callan también sus progenitores, las confidencias forzadas.
- Cojo motos sin carnet, sin casco y hablando por el móvil. Chico, 15 años
- Cuando voy a la discoteca me pongo hasta el culo de JB y maría. Niño, 14 años
- Tengo novia, aunque soy gay. Niño, 13 años
- En Internet veo páginas para mayores de 18 años y chateo con gente que está salida y sólo piensa en el sexo, igual que todos los de mi edad. Niña, 14 años
- Me encanta pegar y acojonar al más tontolaba del insti. Niño, 12 años
- Pasé una mal época, me veía fatal, pensaba que estando delgada iría mejor. De vez en cuando vomitaba. Chica, 16 años
- Quiero ser científico para poder cambiar el mundo. Niño, 11 años.
Padres desesperados por el comportamiento de los hijos adolescentes.
n un interesante artículo publicado por la psicóloga Helena Trujillo, psicoanalista del Departamento de Clínica Grupo Cero , en una carta al director del Diario Siglo XXI , hace un perfil extraordinario de la desorientación de los padres ante la rebeldía de los hijos adolescentes. Recomendamos su lectura a todos los padres desesperados con hijos en la adolescencia.
"Vinieras y te fueras, dulcemente" decían los versos de Aleixandre, sin embargo para muchos jóvenes y para muchos padres, la adolescencia no viene y se va dulcemente, sino que es un período harto complicado. Averigüemos por qué.
Es de todos conocido que en la pubertad el desarrollo de los órganos sexuales y los cambios hormonales transforman el cuerpo del niño en un cuerpo biológicamente adulto, con capacidad de reproducción; no somos tan conscientes de que a nivel psíquico se da una metamorfosis de consecuencias definitivas: el adolescente debe dejar atrás la familia para construir una vida propia. Este es el principal motivo que desencadena, en muchos jóvenes, diversos síntomas que muestran el "dolor" que cada humano padece al dejar atrás el amor familiar y adentrarse en la inmensidad del mundo. En este tiempo, busca entre sus coetáneos las referencias, los afectos, los pilares sobre los que construir su identidad, pareciendo en muchos casos que olvida los valores inculcados desde la infancia.
La adolescencia es una época de rupturas y pérdidas
La adolescencia es una época de rupturas y pérdidas, los padres protectores e idealizados de la infancia se pierden. El adolescente se siente fuera de lugar, las normas que antes se le aplicaban de forma efectiva ya no sirven, irrumpen en él nuevos valores e inquietudes, parece que hay que producirlo todo de nuevo, también la relación fraterno-filial. No todos atraviesan del mismo modo este tiempo. Muchos asumen estos cambios sin grandes aspavientos, ávidos de crecer. Otros se transforman, de la noche a la mañana, en chicos desobedientes, contestones y resulta bastante difícil "torearles".
La rebeldía de los adolescentes no siempre es mala
La rebeldía no siempre hay que entenderla con ese halo peyorativo tan difundido, es necesaria para que el joven y no tan joven definan sus criterios propios, el problema está en que no solemos tolerar que los demás tengan un pensamiento distinto al nuestro, mucho menos cuando se trata de nuestros hijos. En muchas ocasiones el principal problema estriba en que los padres siguen tratándoles como "su niñito o su niñita" no teniendo en cuenta el crecimiento que en él o ella se ha producido. El grito, el portazo o el enfado no siempre tienen que interpretarse de la misma forma, a veces la propia intolerancia de los padres incentiva la respuesta desproporcionada de sus hijos. Tampoco se trata de pasarlo todo y que el chico o la chica "hagan lo que les dé la gana", son jóvenes y necesitan orientación, apoyo y también firmeza.
La adolescencia es una prueba de fuego para los padres
Como vemos la adolescencia no sólo es una prueba de fuego para el joven, sino también para sus padres. Ya sabemos que nadie nace sabiendo, aprender a ser padres también es un trabajo, aunque según vemos hoy en día, muchos no han reparado demasiado en ello. ¿El error es de los jóvenes o es que los padres no realizan adecuadamente su función? Considero que hay que dejar de hablar mal de los jóvenes, al fin y al cabo todos lo hemos sido y hemos cometido multitud de errores, sin que ello signifique que ahora seamos personas fracasadas ni delincuentes. Lo que es cierto es que muchos de estos "pipiolos" se encuentran desatendidos desde bien pequeñitos, muchos se han criado con las llaves de su casa, pasando la tarde solos frente al televisor o la consola, muchos dilapidan la tarde en los parques con sus amigos y otros han pasado más tiempo con los abuelos que con sus propios padres.
Mucho cuidado con echarle la culpa al trabajo, que frecuentemente actúa como cabeza de turco de esta problemática, los niños no necesitan 24 horas a sus padres, pero sí requieren unos cuidados básicos llevados a cabo por alguna persona y, por supuesto y fundamentalmente, unos criterios educativos claros y firmes. Ahí está el principal problema. Generalmente los padres nunca se han parado a pensar cómo hay que educar a los hijos, cómo hay que afrontar los distintos tiempos de su crecimiento, incluso muchos no se han parado a solucionar sus propios problemas de pareja que suelen reflejarse en hijos problemáticos que recogen esta herencia.
Padres desesperados por el comportamiento de los hijos adolescentes
No existen criterios educativos preestablecidos que sirvan para todos los hijos, ni consejos profesionales estándar que actúen como "varita mágica" para solventar un problema. Cada familia es distinta como lo es cada uno de los miembros que la integran, en ese sentido veo a diario en la consulta lo efectiva que resulta la atención psicoanalítica en jóvenes problemáticos o desorientados y en padres desesperados por el comportamiento de los mismos. Sólo a través de la educación, la tolerancia, la paciencia es posible un crecimiento saludable. Tampoco hay que olvidar que en este tiempo de la vida se manifiestan en muchos jóvenes procesos patológicos: depresión, ansiedad, enfermedades psicosomáticas, psicosis, anorexia, bulimia, etc. Por lo que no hay que banalizar cuando nuestro hijo o nuestra hija se muestran "trabajosos" en la adolescencia, en muchas ocasiones estos síntomas son la señal de alarma que nos avisa de que algo falla. Ponerles solución acudiendo a un profesional especializado evitará que la patología se instale, pues los jóvenes responden rápidamente al tratamiento, amén de evitar problemas mayores como el fracaso escolar, el aislamiento social o la drogadicción.